El cipres de la cordillera (Austrocedrus chilensis), también conocido como «len» en mapudungun, es una especie icónica de los bosques andinos de la Patagonia. Este árbol, único en su género, no solo destaca por su belleza y resistencia, sino también por su importancia ecológica y cultural en la región. En este artículo, exploraremos las características del cipres de la cordillera, su distribución, estado de conservación y los usos tradicionales que han hecho de esta especie un símbolo de la Patagonia argentina y chilena.

Características del cipres de la cordillera
El cipres de la cordillera es un árbol de crecimiento lento pero notablemente resistente. Alcanza alturas promedio de 20 a 25 metros, aunque se han registrado ejemplares excepcionales de hasta 44 metros. Su copa es cónica, con ramas aplanadas y hojas pequeñas, opuestas y escamiformes. Los conos, que son su estructura reproductiva, son ovoides y cambian de color verde a marrón al madurar.
Una de las características más destacadas de esta especie es su adaptabilidad. Crece en altitudes que van desde los 400 hasta los 1600 metros sobre el nivel del mar, colonizando laderas con fuertes pendientes y zonas semiáridas. Esta capacidad de adaptación lo convierte en una especie clave para la estabilidad de los ecosistemas patagónicos.
Distribución y estado de conservación del cipres de la cordillera
En Argentina, el cipres de la cordillera se extiende desde el norte de Neuquén hasta Santa Cruz, siendo la conífera más extendida geográficamente en el país. Es común en áreas turísticas como San Martín de los Andes, San Carlos de Bariloche y El Bolsón. Argentina alberga aproximadamente el 70% de los ejemplares de esta especie, que también se encuentra en Chile, desde la Región de Valparaíso hasta Aysén.
Sin embargo, su estado de conservación es Vulnerable (VU), según la UICN. Los incendios forestales, la expansión urbana y la explotación de su madera son las principales amenazas para su subsistencia. En Argentina, su conservación es prioritaria, ya que presenta un mejor estado que en Chile, donde se realizan esfuerzos para protegerlo junto a otras coníferas nativas como el Pilgerodendron uviferum y el Fitzroya cupressoides.
Usos tradicionales y modernos del cipres de la cordillera
El cipres de la cordillera ha sido utilizado desde tiempos prehispánicos. Su madera, conocida por su excelente flotabilidad, fue empleada en la fabricación de canoas y en rituales funerarios mapuche, como el famoso enterramiento wampo de Newen Antug, Neuquén. Hoy en día, su madera es valorada por su tronco recto, resistente a la pudrición, siendo utilizada en la construcción de muebles, viviendas y estructuras turísticas en la Patagonia.
La leña de cipres, dura y aromática, es preferida por los habitantes locales para uso doméstico. Sin embargo, estos usos han contribuido a la reducción de sus bosques, especialmente en áreas con alta demanda turística.

Ecología y amenazas del cipres de la cordillera
El cipres de la cordillera desempeña un papel crucial en la prevención de la erosión del suelo, gracias a su sistema radicular profundo. Sin embargo, su ubicación en zonas semiáridas lo hace especialmente vulnerable a los incendios forestales. Sus raíces pueden conservar brasas bajo tierra, lo que facilita la propagación de incendios semanas después de que estos hayan comenzado.
La expansión de localidades turísticas y la explotación de su madera han reducido significativamente su hábitat natural. Por ello, es fundamental implementar medidas de conservación que protejan esta especie y promuevan su regeneración en áreas afectadas.
Estructuras reproductivas del ciprés de la cordillera
El cipres de la cordillera es una especie dioica, lo que significa que existen árboles masculinos y femeninos separados. Esta característica explica por qué algunos ejemplares producen frutos y otros no. Los árboles femeninos son los encargados de desarrollar los conos o frutos, mientras que los masculinos producen pequeñas estructuras llamadas amentos, que liberan el polen necesario para la fertilización.
Características de las flores y frutos
Las flores del cipres de la cordillera son pequeñas y poco llamativas, pero cumplen un papel crucial en la reproducción de la especie. Los amentos masculinos son cilíndricos y de color amarillento, mientras que las flores femeninas forman conos ovoides de color verdoso. Una vez fertilizados, estos conos se transforman en frutos leñosos que miden entre 1 y 2 centímetros de longitud.
Los frutos, conocidos como gálbulos, son de color marrón cuando maduran y contienen semillas aladas que permiten su dispersión por el viento. Este proceso es fundamental para la regeneración natural de los bosques de cipres de la cordillera.

¿Por qué algunos cipreses no tienen frutos?
La ausencia de frutos en algunos ejemplares se debe a que son árboles masculinos. Estos individuos no producen gálbulos, pero son esenciales para la polinización de los árboles femeninos. Además, factores ambientales como la disponibilidad de agua, la calidad del suelo y la exposición al sol pueden influir en la producción de frutos, incluso en árboles femeninos.
Otra razón puede ser la edad del árbol. Los cipreses de la cordillera tardan varios años en alcanzar la madurez reproductiva, por lo que los ejemplares jóvenes no suelen producir frutos. En condiciones óptimas, un árbol femenino puede comenzar a producir conos a partir de los 20 o 30 años de edad.
Importancia ecológica de los frutos
Los frutos del cipres de la cordillera no solo son importantes para la reproducción de la especie, sino también para la fauna local. Aves como el chucao y el huet-huet se alimentan de las semillas, contribuyendo a su dispersión. Este proceso de mutualismo entre el árbol y las aves es esencial para mantener la biodiversidad de los bosques patagónicos.
El hongo negro: Una amenaza para el cipres de la cordillera
Uno de los problemas más preocupantes que afecta al cipres de la cordillera es la presencia de un hongo conocido comúnmente como hongo negro (Phytophthora austrocedri). Este patógeno, que se reproduce en la corteza y las raíces del árbol, ha causado estragos en las poblaciones de cipres en la Patagonia, especialmente en Argentina y Chile.

Los síntomas más evidentes de la infección incluyen:
- Decoloración de la corteza: La corteza del árbol adquiere un tono oscuro o negruzco en las áreas afectadas.
- Marchitamiento de las hojas: Las hojas del cipres se vuelven amarillas y luego marrones, cayendo prematuramente.
- Muerte regresiva de ramas: Las ramas comienzan a secarse desde las puntas hacia el interior del árbol.
¿Qué son los hilitos verdes sobre el hongo negro?
En algunos casos, sobre las áreas afectadas por el hongo negro, se observan unos hilitos verdes o una especie de pelusa verde. Estas estructuras son, en realidad, esporangios o estructuras reproductivas del hongo. Los esporangios son pequeñas formaciones que contienen esporas, las cuales permiten que el hongo se disperse y colonice nuevos árboles.
Estos hilitos verdes son una señal de que el hongo está activo y en pleno proceso de reproducción. Las esporas liberadas por estos esporangios pueden ser transportadas por el viento, el agua o incluso por animales, lo que facilita la propagación del hongo a otros árboles.
Distribución e impacto del hongo negro
El hongo negro fue identificado por primera vez en Argentina a principios de la década de 2000, en la región de Nahuel Huapi, y desde entonces se ha extendido a otras áreas de la Patagonia. En Chile, también se han reportado casos en la Región de Los Lagos y Aysén. Esta enfermedad ha causado la muerte de miles de ejemplares de cipres de la cordillera, afectando no solo a los bosques naturales, sino también a las plantaciones comerciales.
El impacto ecológico es significativo, ya que el cipres de la cordillera es una especie clave en los ecosistemas andinos. Su pérdida afecta la biodiversidad, la estabilidad del suelo y la dinámica de los bosques patagónicos.
El papel de la comunidad en la conservación
La lucha contra el hongo negro no solo depende de los científicos y las autoridades, sino también de la comunidad. Los habitantes de la Patagonia, así como los turistas, pueden contribuir siguiendo prácticas responsables, como:
- Evitar el traslado de tierra o plantas desde áreas infectadas.
- Reportar árboles con síntomas de la enfermedad a las autoridades locales.
- Apoyar iniciativas de reforestación con especies nativas.
Esfuerzos de conservación del cipres de la cordillera
En Argentina, se han implementado diversas iniciativas para proteger al cipres de la cordillera. Estas incluyen la creación de áreas protegidas, como parques nacionales y reservas naturales, donde se prohíbe la tala indiscriminada y se promueve la regeneración del bosque. Además, se han llevado a cabo campañas de reforestación en zonas afectadas por incendios o actividades humanas.
En Chile, los esfuerzos de conservación se centran en la protección de los bosques nativos y la restauración de áreas degradadas. Organizaciones gubernamentales y no gubernamentales trabajan en conjunto para monitorear las poblaciones de cipres y desarrollar estrategias que permitan su conservación a largo plazo.
El cipres de la cordillera y el cambio climático
El cambio climático representa una amenaza adicional para el cipres de la cordillera. El aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones en la región patagónica podrían afectar negativamente su crecimiento y supervivencia. Además, los eventos climáticos extremos, como sequías prolongadas y tormentas intensas, podrían aumentar el riesgo de incendios forestales.
Para mitigar estos efectos, es esencial implementar políticas de adaptación al cambio climático que incluyan la protección de los bosques andinos y la promoción de prácticas sostenibles en el uso de los recursos naturales.

Conclusión
El cipres de la cordillera es una especie emblemática de la Patagonia, cuya belleza y resistencia lo han convertido en un símbolo de los bosques andinos. Sin embargo, su estado de conservación vulnerable exige acciones concretas para protegerlo.